jueves, 20 de septiembre de 2012

Doble Faceta Perfecta

~Tu otro ‘Yo’~
Parte I

Cada día te levantas de la cama y, con pereza, te arrimas al cuarto de baño, ¡o no! Vas instintivamente a mirar con desgana un pedazo de vidrio que sobrelleva una capa de plata donde, a duras penas, sonríes (con nostalgia) observando tu reflejo. 

Te notas siempre igual: con aquellos rizos alborotados, tu piel de matices amarillentos, la nariz que poco concuerda con tu rostro, y sin olvidar lo feo que es todo lo que rodea a tus ojos, éstos que —por desgracia— se convirtieron en lo único no tan espantoso que tienes. 

Vuelves a mirarte y la decepción es constante. Sabes que estás sola y es entonces cuando el pequeño cuarto de baño se convierte en tu amigo; fuera de él, eres otra y, dentro, eres la niña frágil que llora por cualquier cosa. Sé que día a día intentas mostrar quien no eres, anhelas de verdad ser completa e irremediablemente diferente, pero a veces sientes que no puedes. No es hipocresía, no, es tan sólo una máscara que te protege a ti misma de los demás. Simplemente porque si te muestras tal cual como eres detrás del umbral de la puerta que encierra a tu verdadero amigo, las personas te tacharían de dramática. Lo que no saben ellos, es lo que tú sientes, oyes y ves todos los días.

Ya llevas más de una hora dentro del baño. Nadie se preocupa, ya se ha hecho una costumbre el encerrarte todas las mañanas cuando te levantas y el resto tiene que esperar. Como antes, ellos no saben lo que realmente haces. Eso te alivia. Sin embargo, siempre te fijas en la cerradura: ya hacía tiempo le habían quitado la llave, por simple desconfianza acerca de tu promesa de “no-volverá-a-pasar”, ¿recuerdas aquello? Cuando descubrieron lo que hacías allí dentro... Cuando observaste el rostro de tu madre horrorizada al percatarse de la sangre que humedecía el suelo, ¿o lo negarás? Pues, vale, ahora reconoces que fue una estupidez rajarte los brazos, ¡si hubieses seguido con otras partes de tu cuerpo, invisibles para los demás, eso no habría pasado! Idiota. 

Cuando por fin ya has acabado de llorar, te lavas la cara, te miras una última vez en el espejo y al abrir la puerta, emerge Tu otro 'Yo', sustituyendo tu deje de tristeza, por la naturalidad. Nadie hace preguntas, nadie sospecha nada. Eso, de nuevo, te alivia internamente. Porque, las cosas que ocurren en ese cuarto de baño, se quedan allí. Ningún conocido (por más confianza que le tengas) debería saberlo...

Después de la rutina, te sigues comportando como si nada: indiferente de las cosas que pasan. Sonríes, gritas, sueltas carcajadas, peleas, te amargas, te limitas a escribir, leer, usar el teléfono móvil... todo lo estándar. Al final, nadie nota que estás engañando a la gente que te rodea con tu máscara bien puesta. 

Llega la noche, y con torpeza te encaminas hasta llegar a tu lecho, parcialmente desordenado, pero es quien sostiene tus silenciosas lágrimas nocturnas, sin decírselo a nadie; te cubres de pies a cabeza e intentas relajarte, hundirte en el más profundo sueño... mas te es imposible. Das vueltas en la cama, duermes un poco, luego sigues removiéndote, y así sucesivamente. 

Sé muy bien lo que te atormenta, lo que sueñas. Y nadie más lo sabe, salvo yo. Son recuerdos y más recuerdos de lo asquerosa que se portó la vida, de lo que te ofreció desde niña. Sé que quieres creer, tener fe en Dios, pero no puedes sentir más que odio y rencor por aquél que sola te dejó.



Parte II

Sigues igual, me lo demuestra tu mirada sombría y distante, aunque tus labios se empeñen en expresar lo contrario... A mí no es necesario engañar; ya sé todo sobre ti. No te conoces, y yo sí. No te quieres, sin embargo, yo sí te quiero. 

"Doble Faceta Perfecta", así deberían llamarte, siempre con una máscara delante. Sonríe, sonríe, ¡muestrate feliz! Porque si no lo haces, nadie andara contigo, y quedarás nuevamente sola. Sí, ya sé que estás acostumbrada a la soledad, a que te traicionen una y otra vez, pero ya no más. Sé que tienes miedo. Tú nunca encajas en ningún lugar, y eso te aterra, pues jamás podrás sentirte segura. 

Derrama una lágrima, ¡anda! Una sola y sentirás la situación menos dolorosa. Todo se te viene encima poco a poco, realmente estás asustada; tu comportamiento te lleva a extremos, ¿sabías? En cuestión de segundos, te dejarán sola. 

Encerrarte en tu burbuja depresiva, ¿de qué te serviría? Seguirás en ese mismo estado por el resto de los días. Toma el bolígrafo, eso es, ahora escribe lo que sientes, desahógate. Es lo que necesitas. 

Quieres irte a casa, lo sé. Ya estás cansada de mentir tanto. Pero lo haces por tu bien, por protegerte de los demás. Necesitas estar con tu verdadero y único amigo, encerrarte en él, y llorar como la niña tonta que eres. 

Pero, en cambio, más fuerte es la necesidad de rozar una hojilla por tus brazos, para sentirte más tranquila. Anhelas acabar con tu vida, dejar de existir, así todo sería más fácil. Pero no es así.
Te quiero, necesito protegerte, ¡pero no me dejas! 

Tu Doble Faceta Perfecta te condena...~

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